Antonio Palacios Rojo
Descubro imágenes por satélite que parecen obras abstractas. Círculos de tierra o árboles, rectángulos repetidos de los plásticos de invernaderos o de placas solares, trazos gruesos de asfalto de pistas de aterrizaje, en todo esto el hombre ha puesto las manos encima. También me admiro de las irregularidades repetidas de curvas fractales de las marismas, óvalos de lagos, garabatos de tierra, de lo que no ha sido tocado. Quiero caminar por dentro de esas imágenes y vivir dentro de ellas por un momento.
Para seguir por el camino público hacia el río, he de cruzar por la carretera privada vigilada por cámaras de seguridad, que da acceso a la Mina de Aguas Teñidas. Sandfire MATSA opera tres minas subterráneas en Huelva. Todas se ubican en la Faja Pirítica Ibérica, un distrito minero de más de 250 kilómetros con actividad desde la Edad del Cobre, hace 4.500 años. Aguas Teñidas es un yacimiento subterráneo de sulfuros masivos, rico en cobre.
Al llegar al río Olivargas, me encuentro con una espuma verde acumulada entre las rocas. Desde hace un tiempo, las comunidades de regantes del Andévalo Minero están en alerta por los vertidos contaminantes que han provenido de la mina, lo que pone en peligro la calidad del agua de la Rivera de Olivargas, que desemboca en el embalse del mismo nombre. Análisis realizados en 2019 mostraron que los niveles de metales pesados en los ríos cercanos superaban los límites permitidos.
Desde 2018, se han producido dos vertidos significativos que han generado gran preocupación entre los agricultores locales. Sandfire MATSA ha logrado contener los efectos de estos derrames. El 20 de enero de 2018, más de quinientos metros cúbicos de estériles contaminantes envenenaron dos kilómetros de cauce.