Casa Quemada
Paseos artísticos por una tierra condenada
Félix Talego Vázquez, profesor titular de Antropología Social en la Universidad de Sevilla.
Jesús M. Castillo, biólogo en la Universidad de Sevilla.
Sebastián Celestino, investigador en el CSIC y director de proyectos arqueológicos sobre Tartessos.
Manuel Olías, catedrático de Hidrología Superficial e Hidrogeología en la Universidad de Huelva.
Ángels Escrivà Chordà, profesora en el Departamento de Sociología, Trabajo Social y Salud Pública de la Universidad de Huelva.
Emma González, responsable del Programa de Atención al Temporerx de la asociación Huelva acoge, federada en Andalucía Acoge.
Descubro imágenes por satélite que parecen obras abstractas. Círculos de tierra o árboles, rectángulos repetidos de los plásticos de invernaderos o de placas solares, trazos gruesos de asfalto de pistas de aterrizaje. En todo esto el hombre ha puesto las manos encima. También me admiro de las irregularidades repetidas de curvas fractales de las marismas, óvalos de lagos, garabatos de tierra, de lo que no ha sido tocado. Quiero caminar por dentro de esas imágenes y vivir dentro de ellas por un momento.
Me dirijo a un blanco plano de acero. Cuando uno se acerca, se asombra de esta fábrica solar Solnova y sus torres alienígenas que disparan rayos blancos a la tierra. Al final del camino hay un cartel que indica Casa Quemada. Esas palabras pueden resumir lo que hemos logrado: quemar la casa en donde vivimos. Antes de llegar, he atravesado un par de círculos, uno marrón barro habitado por piara de cerdos, otro verde oliva. La perfección de lo circular demuestra una explotación mecánica. También paso por dos manchas derretidas, restos mortales insepultos del río Guadiamar.
El silencio recto de la carretera apenas es interrumpido por autos enormes y pequeños. Para demostrar que he hecho el camino, recojo trozos de olivos, plantas resecas rojas, tierra amarilla, piedras blancas. También una lata rojiza tan oxidada y destruida que puede representar a toda la basura que se acumula en los arcenes. Luego, me doy cuenta de que mis pasos han sido guiados desde las alturas. No necesito recoger nada, tan solo grabar los datos de mis pasos. Me dispongo a hacer lo mismo una y otra vez. Sí, descubre un bello cénit, camina por él, graba y comparte tus datos.
La misión de cada uno de nosotros, ya sea como artistas o simples usuarios creadores, será proporcionar datos y patrones a los diferentes sistemas generativos que los utilizan para combinarlos de distintas formas. Por otro lado, nuestra obra creativa significa un testimonio, una mera información del entorno. En el caso de la fotografía, por ejemplo, la máquina, en su afán por aprender, no solo tomará y analizará sus patrones artísticos, sino que también la utilizará como referencia o ilustración de un momento, un instante sucedido en un lugar determinado.
Por tanto, he intentado combinar la vivencia con el arte tecnológico para conectar con uno de los hitos artísticos más recientes: el concepto de que la vida del artista se convierte en la obra misma. Es decir, simples acciones, como dar vueltas de un lado a otro trabajando en su taller o repitiendo gestos una y otra vez —como, por ejemplo, subirse a una silla—, reflejan una visión del arte que se ajusta a la vida que llevamos en la actualidad. ¿Qué es lo que estamos haciendo? Debemos responder en todo momento a esta demanda.
Todos emitimos información dentro de un sistema tecnológico de control en el que estamos inmersos. Control, o como se vea: asociación, comunidad, sociedad. Al fin, el paseo supone la manera que he encontrado de compartir una experiencia artística encuadrada dentro del Arte de Datos (Data Art). Durante esta acción, diferentes herramientas electrónicas recopilan todos los datos que voy generando. Disponemos de diversas grabadoras que, muchas veces sin nuestra conciencia plena, crean un retrato o una datación de parte de nuestra vida. Pretendo alcanzar una sublimación de lo útil al abordarlo desde un punto de vista artístico o creativo.
Vivimos en este mundo donde nuestra existencia se presenta como simples informes numéricos: por ejemplo, de dónde has estado, del estado de tu cuerpo en un determinado tramo del día, o de tu comportamiento frente a dispositivos tecnológicos como un teléfono. El artista o creador puede optar por alejarse por completo, pero, aunque destruya su obra o la oculte, otros harán ese trabajo por él. Es decir, los demás compartirán las creaciones de este artista solitario o, incluso, si no son visibles, tal vez harán una referencias sobre alguien que no comparte nada y que es percibido como misterioso, cuya obra se encuentra ausente. Este evasivo autor se convertirá en datos proporcionados por otros.
Quizás, las acciones artísticas se convertirían en una forma de escapar de este ciclo, pues tienen más relación con la vida humana. Ya sea caminando por un lugar y grabando tus datos de GPS, o viviendo y transmitiendo tus vivencias en números, si pretendes crear, puedes recopilar una base de datos dándole un sentido conceptual que sea interesante, al menos para ti, o que esté vinculado a tu vida y visión del mundo.
Los artistas, desde el inicio del siglo XX y especialmente a partir de la mitad del siglo, iniciaron una revolución con el arte conceptual y el performativo, rompiendo el concepto tradicional de las Bellas Artes. Quizás porque no tenían otro remedio, comenzaron a cuestionarlo todo. Esta seguiría siendo la única solución posible para aquellos artistas con inquietudes que desean salirse de los patrones definidos en el nuevo siglo. Pues uno de los principales problemas del arte generativo, por ejemplo, es la programación. Aunque parece ofrecer mucha libertad, al final del día estamos dentro de un programa informático con todas sus limitaciones. En resumen, lo que hay que hacer es convertir tu vida en datos artísticos y compartirlos, alimentando y siendo alimentado por la máquina.
Básicamente, se trata de tener claro lo siguiente: expresar tu interior, mostrar cómo ves el exterior y vivir en consonancia con ello. Ese sería el propósito creativo, artístico, pero también vital o filosófico, como se prefiera llamarlo.
Hay que considerar que si tu obra se basa únicamente en compartir datos de ubicación, ¿cómo lograr que eso se perciba como una obra de arte? Tal vez puedas usar una fotografía satelital como apoyo. Sin duda, será un reto lograr que la recopilación informática sin tratamiento estético posterior sea considerada arte.
La Finca Sobervina alberga un yacimiento tartésico, uno de los primeros asentamientos en la península ibérica. Laelia, centro de comunicaciones del Imperio Romano, se levantó sobre esta ciudad sin nombre. Los restos arqueológicos se hallan dentro del Cortijo Soberbina (antigua Sobervina), por lo que no se pueden visitar.
En 1930 se produjo un incendio allí. En una nave había vacas, caballos, mulos y bueyes. La planta de arriba se destinó a un secadero de tabaco. Justo al lado se alzaba la vivienda de los trabajadores. Según las crónicas de la época, una "chispa de la luz" prendió y murieron calcinadas siete personas: un matrimonio, sus cinco hijos y un mulero que vivía con ellos. Además, 81 bueyes y 15 mulos se carbonizaron. Entonces nadie se preocupaba por que la disposición de la naves y las viviendas de los trabajadores fueran seguras.
En algunos yacimientos tartésicos se han encontrado rituales de misteriosas ofrendas. Caballos y ganado se sacrificaban, se organizaban en posturas delicadas y se sepultaban dentro de la vivienda que habían de abandonar. Se ha vinculado estas hecatombes con eventos catastróficos como crisis ecológicas o sociales, respuestas a desastres naturales, como sequías o hambrunas. El incendio del Cortijo Sobervina, con el ganado hecho carbón dentro de la tinada tiene algo de eco de estas ceremonias desesperadas.
El paisaje visto y vivido por los tartesios, ¿cuál sería? Poco se parecerá al que nos llega a los ojos ahora. Hecho a imagen y semejanza del hombre, el campo se llena de cultivos, se cambian los cursos de los ríos y se los encierra en presas. Poblaciones tartésicas cercanas a las riberas, se quedarán en un yacimiento de secano. Sin embargo, la ciudad, esa conocida, ahora, como Laelia, puede mirar de lejos al Guadiamar. La importancia del agua. Los muertos solían descansar en pequeñas elevaciones, rodeadas por los brazos de los ríos que los abrazaban para hacerlas islas. Los hogares de esta edad de hierro se decoraban con dibujos de barcos, esos mismos que navegan las aguas hasta adentrarse en la tierra habitada.
“En la Antigüedad, el paisaje es un condicionante de la vida, bien por la orografía del territorio, por los cursos de agua o por cualquier referente en el paisaje. Pero, evidentemente, también está condicionado por la economía, por lo que hay que tener en cuenta la explotación del territorio circundante, las vías de comercio, ya sean terrestres, marítimas o fluviales, o la simple explotación de la tierra. Dependiendo de estos factores, los rituales difieren de un sitio a otro, en función las advocaciones que se practiquen, pues cada dios o diosa tiene sus propios rituales.”
Sebastián Celestino
Más al norte, cerca del Guadiana...
Animales sacrificados en el patio. Carnes consumidas por lenguas de fuego. Más de medio centenar de caballos puestos en posturas precisas, en parejas, para aplacar los pesares de una tierra que no produce nada. También ganado, igual de quemado. El rito nos parece tan extraño como los nombres de las divinidades invocadas: Baal, Astarté. El yacimiento tartésico de Las Casas del Turuñuelo nos da el regalo de las preguntas sin respuestas ciertas, nos pone las mieles del misterio en la boca. Aún, la luz de las conclusiones no entra en este edificio que se enterró en el paisaje tras la hecatombe.
“Estamos aún lejos, aunque cada vez menos, de llegar a una interpretación final sobre este fenómeno inédito para la época; aunque también se detectó en el cercano y contemporáneo santuario de Cancho Roano. Todo apunta a que se produjo un periodo adverso, tal vez un exceso de humedad ambiental durante varios años, que produjo la imposibilidad de trabajar las tierras. Una circunstancia de esta naturaleza, u otra similar, conllevaría un ritual de sacrificio para intentar aplacar a la divinidad. Sin embargo, parece que al final optaron por amortizar el lugar y sellarlo para dejarlo oculto en el paisaje.
Por otra parte, los ricos yacimientos del suroeste peninsular, donde se origina y desarrolla Tarteso, se encuentran bajo las actuales ciudades de Huelva, Cádiz, Sevilla o Carmona, lo que impide hacer un estudio sobre este aspecto. Se están llevando a cabo análisis de ADN en los muertos de algunas necrópolis tartésicas como La Joya (Huelva) que, junto a otros bio-arqueológicos, podrían darnos claves sobre este aspecto en un futuro próximo.”
Sebastián Celestino
En esta sala se dio el último banquete. Alguien ha decidido sacrificar el edificio. Cuchillos de hierro cortan la carne, mientras el caldero de bronce hierve sobre la parrilla. Fuera, en el patio, la escultura de piel de mármol griego ya tiene vestida su desnudez blanca; sus orejas y cuello enjoyados, el duro pelo cubierto con un tocado lujoso. Ella se llama Astarté, la blanca paloma. Puede que ya hubiera salido en su última procesión. Los restos de la comida se sepultan en una pequeña fosa. Se quema la casa del culto con los animales sacrificados dentro. Por último, se la entierra para que nosotros la descubramos e intentemos leer el significado de este adiós a la Casa Quemada.
“El patio de Casas del Turuñuelo se adapta al trazado que presentan otros grandes edificios tartésicos, derivados de la arquitectura próximo-oriental. Estos patios separan la zona pública de la privada, donde se levantan los espacios dedicados a ejercer el poder y el culto. En el caso de Casas del Turuñuelo, y gracias al magnífico estado de conservación en el que nos ha llegado, distinguimos perfectamente esta separación gracias a la construcción de una monumental escalera que separa, precisamente, lo público de los privado, restringido a la planta superior donde se encuentran las habitaciones principales.”
Sebastián Celestino
Lo único constante son los trabajos del hombre, sus explotaciones y vías comerciales, su impotencia ante el poder de lo impredecible. Antes de ayer se sacrificaba todo lo que uno tenía de valor, los animales, para obtener un cambio en la suerte de un territorio sometido a los giros del clima.
El Guadiamar equilibra a Doñana. Nace en Sierra Morena y desemboca en la marisma. En su tramo final, aporta nutrientes esenciales para los ecosistemas acuáticos del parque. Desastre de Aznalcóllar en 1998: el río sufrió un vertido tóxico de una mina que ahora se va a reabrir.
“Estamos poniendo en serio peligro las condiciones de vida y la base misma para una explotación respetuosa con el entorno. Además, la desembocadura del Guadiamar, un río que desde mediados del siglo XIX enfrenta un problema de contaminación por metales pesados provenientes de la mina del Castillo de las Guardas y de Aznalcóllar, agrava la situación.
A esto hay que sumar el desastre de la rotura de la balsa de residuos de Aznalcóllar, en la que aún permanecen aproximadamente 13 millones de metros cúbicos de lodos y agua extremadamente ácida. Estos residuos, como era de esperarse, están filtrándose al acuífero subyacente, identificado en la conservación hidrográfica como acuífero aluvial de los ríos Agrio y Guadiamar.
Todas estas son amenazas que el industrialismo —como me gusta llamarlo— impone sobre las condiciones mismas de la vida. La ideología industrialista, basada en el incremento de la producción y en magnitudes matemáticas inventadas por los economistas, como el PIB y otros indicadores, lleva mucho tiempo en vigor. Sin embargo, recientemente se ha convertido en una amenaza no solo para el futuro, sino para la vida saludable en el presente.
Existe una conciencia ecológica epidérmica, muy superficial o, digamos, fácilmente influenciable para la mayoría de la ciudadanía, proclive a dejarse convencer no por argumentos, sino por argucias o incluso añagazas que se le presenten. Esta conciencia ecológica, tan superficial o fácilmente satisfecha, permite que el negocio en general desarrolle un discurso completamente falso. Todo el mundo sabe que es mentira, pero nos conformamos con la apariencia y la hipocresía.”
Félix Talego
Camino hacia allí desde Matalascañas. Antes de llegar a la playa, paso cerca de una colmena de cemento en cuya entrada hay un cartel que aclara que aquello es un hotel. Cerca de la arena hay algunas viviendas con un pozo encalado de blanco en el patio.
“En el acuífero Almonte-Marismas existe una divisoria hidrogeológica natural que hace que en la parte oeste (perteneciente a la demarcación hidrológica del Tinto-Odiel-Piedras) el flujo del agua subterránea se dirija hacia la zona del río Tinto, mientras que en el resto (perteneciente a la demarcación del Guadalquivir) el flujo se dirige hacia el este, hacia el Parque Nacional. Los bombeos de aguas subterráneas entre la zona de Palos, Mazagón y Moguer de la demarcación del Tinto-Odiel y Piedras han desplazado esta divisoria hacia el este, de forma que el agua que se infiltra en el acuífero en la cabecera del arroyo de La Rocina ahora fluye hacia el oeste. Ello provoca que haya un menor aporte de aguas subterráneas hacia el arroyo de La Rocina y, consiguientemente, hacia el Parque Nacional.
El cambio climático producirá una reducción de la recarga del acuífero y, por tanto, una disminución de niveles y menores aportes de aguas subterráneas hacia los hábitats de Doñana, lo que agravará la situación actual. Ante la disminución de la recarga solo hay dos posibles estrategias, por un lado tratar de incrementarla mediante recarga artificial o gestionada y, por el otro, disminuir las salidas por bombeos. Que yo conozca, hasta ahora no hay planes para incrementar la recarga al acuífero, pero es una opción que se debería considerar.”
Manuel Olías
La Torre Carbonero, también conocida como Torre de la Carbonera, forma parte de la antigua red de torres almenaras construidas para la vigilancia costera durante el siglo XVI. Su única entrada se encuentra en la cara opuesta al mar, una disposición típica para proteger a los vigías. A pesar del paso del tiempo, la torre se conserva en buen estado debido a que se encuentra lejos de poblaciones y de los turistas. Camino desde las dunas hacia cerca de ella. De vez en cuando, pasan autobuses del Parque de Doñana llenos de turistas que, cuando no están haciendo fotos, beben de pequeñas botellas de plástico.
“Creo que ha faltado una visión global del acuífero, la zona de la demarcación del Tinto-Odiel-Piedras está gestionada de la Junta de Andalucía, mientras que el resto depende de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, a su vez dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Estos dos organismos han realizado estudios del agua subterránea de su demarcación pero el acuífero es el mismo, es decir, lo que se haga en una zona pueda afectar a la otra. A esto se ha sumado que el acuífero en esta zona es complejo, con dos niveles a distintas profundidades que tienen una respuesta diferente frente a los bombeos.
Sí se conoce desde hace bastante tiempo que las extracciones de Matalascañas tienen un fuerte impacto en las lagunas próximas del Parque Nacional, como la del Brezo, Charco del Toro, Taraje, etc. conforme han ido incrementándose las extracciones para regadío los niveles en el acuífero han ido descendiendo. Este es el principal problema al que se enfrenta Doñana. Los bombeos para uso urbano en Matalascañas provocan graves problemas en las zonas próximas del Parque Nacional pero son de menos magnitud, unos 2.5 hm3/año frente a unos 100 hm3/año que se extrae para riego agrícola.”
Manuel Olías
Camino de vuelta. Por ambos lados de las carreteras se pueden vez surcos de tierra cubiertos de plásticos. Cuadrillas de temporeros se agachan con un ritmo vivo bajo el sol.
“En una situación donde reina el pesimismo, donde lo que prima es la ganancia rápida, evidentemente se instala inmediatamente, de una manera se legitima más todavía los discursos del más fuerte contra el débil. El que no espabile y aprenda cuáles son las formas de ganar terreno, de prosperar en la vida, de ascender, es tonto o tonta.
Esto sucede con muchos encargados y encargadas y manijeras que están en los campos. No son más que personas que llegaron con unas enormes necesidades económicas, como se dice coloquialmente, con una mano delante y una detrás. Pero han aprendido que sólo a través de explotar a otros y otras se ganan la confianza de los empresarios y ascienden en esa escala ocupacional. Así reciben mejores salarios, mejores condiciones de trabajo, más prebendas.
En mis clases de Sociología del Trabajo, cuando abordo estas cuestiones, los y las alumnas me reconocen que ellos mismos o en sus familias o entorno más inmediato hay experiencias directas de trabajo en el campo. Durante generaciones se han sufrido las durísimas condiciones de trabajo, el maltrato por parte de los capataces y la poca empatía que ha habido desde los propietarios hacia el campesinado.
Hay entre estas familias un afán por huir de esos puestos de trabajo de peores condiciones. Dado que el sistema no se puede cambiar, se asume que estos trabajos poco o nada deseados han de ser ocupados por personas que no tienen capacidad de elección. Es verdad que, en primera instancia, en los primeros momentos cuando llegan de su país de origen, pueden ser hasta una alternativa muy apetecible comparado con lo que tienen o lo que podrían haber tenido allá. No siempre de donde vienen es tan diferente que lo que van a encontrar aquí, pero bueno, en algunos casos sí es así.
Es una situación de reemplazo: vamos a intentar que yo y los míos podamos salir de la trampa del trabajo jornalero; vamos a otros sectores laborales que, aunque no necesariamente se ganen mucho mejores sueldos, sí hay un trato más humano. O hay una mejor cobertura de las necesidades personales, más posibilidades de promoción, tiene mayor prestigio o está uno menos expuesto a las inclemencias. Trabajos, por ejemplo, de restauración dentro del sector turístico, que también son de temporada. Mis estudiantes comentan que los prefieren antes que tener que ir al campo. Sobre todo, al trabajo en invernaderos, bajo el plástico, recogiendo las fresas del suelo. La experiencia de las generaciones anteriores sirve simplemente como reconocimiento del funcionamiento de un sistema. De este se aprenden los mecanismos y, en última instancia, se intenta sobrevivir dentro de él escalando y ocupando las posiciones más favorables en cuanto se pueda. Son estrategias de supervivencia, no son estrategias transformadoras. “
Ángels Escrivà
Hoy tenemos otras torres de defensa tecnológicas que nos defienden de nosotros mismos. Ahora se habla de aparatos no tripulados, de vigilancia satélite como las imágenes que he usado en Casa Quemada; y se vuelven a abrir minas o potenciar regadíos que envenenan las aguas pero eso no lo llamamos amenaza.
“El acuífero Almonte-Marismas es muy vulnerable a la contaminación debido a que es muy arenoso (con muy poca capacidad de retención de contaminantes). Además, el nivel freático se encuentra a muy poco profundidad, con lo que cualquier producto que se añada al suelo con el agua de riego puede llegar al nivel freático. Como consecuencia, las concentraciones de nitratos, y también en algunos casos plaguicidas como el glifosato, son muy elevadas en amplias zonas del acuífero. La única medida posible para evitar la contaminación es concienciar a los agricultores para que reduzcan el uso de estos productos, pero hasta ahora no ha tenido ningún resultado pues los niveles de contaminantes en el agua subterránea no se han reducido. Otra opción es que dejen de regar y, por tanto, utilizar fertilizantes y pesticidas, como se propone en el plan que ofrece incentivos económicos a los agricultores (hasta 100.000 euros por hectárea) para que abandonen el regadío dediquen sus tierras a un uso forestal.
En el acuerdo firmado por la Junta de Andalucía y el Gobierno de España en 2023 se recogen numerosas medidas, entre ellas: el cierre de pozos ilegales y la mejora de la gobernanza; la reordenación y las captaciones de Matalascañas para alejarlas del Parque Nacional y, a medio plazo, su sustitución de las extracciones de aguas subterráneas por aguas superficiales para el abastecimiento a esta población; así mismo, la sustitución de bombeos para regadío por aguas superficiales; la adquisición de terrenos con derechos de aguas para que se dejen de extraer aguas subterráneas, como ya se hizo en 2015 con la compra de la finca Los Mimbrales; el plan de incentivos económicos para transformar tierras de regadío en zonas forestales y, de esa forma, eliminar bombeos. Es necesario que estas medidas se agilicen y se implementen lo antes posible.”
Manuel Olías
El Centro CEUS se dedica al desarrollo de aeronaves no tripuladas, comúnmente conocidas como drones. Su proyecto Tarsis (Tartessos, en griego) desarrolla sistemas de vigilancia y reconocimiento para la defensa y la gestión de emergencias. Alta tecnología para misiones de observación a largas distancias y en condiciones adversas.
“Andalucía, en el siglo XXI, se va configurando cada vez más como un territorio de sacrificio. Y dependiendo de las luchas—más allá de la minería, aunque algunas pueden estar directamente relacionadas—, de las luchas sociales y políticas que haya… ya veremos si Andalucía acaba sacrificada o no. Pero la fuerza política y económica para seguir explotando las minas es enorme. Ahí está, por ejemplo, el caso de la mina de Las Cruces, donde había un límite de extracción de agua, pero se justificó como un "interés general”.
También hay mucha desconexión de la gente, la mayoría de la gente en Andalucía, con el medio rural y la naturaleza. Entonces, si la lucha no viene—y yo creo que ahí está la clave—de los pescadores, de los mariscadores, incluso del sector del turismo… si no viene una lucha fuerte desde los agentes socioeconómicos, va a ser difícil frenar esto.”
Jesús Castillo
El complejo militar, inaugurado el 1 de octubre de 2024, aún no aparece en las imágenes de 360 grados de Google Earth. Donde antes había senderos de tierra según las fotografías, ahora encuentro un vallado que delimita el acceso a la pista de aterrizaje de esta instalación de alta tecnología.
“En cuanto a la legislación, la normativa minera ha sido elaborada básicamente por las propias compañías mineras, no solo en España, sino también en Europa, y esta tendencia se está acentuando. La nueva directiva europea sobre los materiales, ahora denominados "materias primas estratégicas" —una expresión que sugiere un enfoque cada vez más vinculado al ámbito militar—, refuerza esta dinámica.
Así, la legislación ambiental está claramente supeditada a esta normativa productiva y extractiva. No la cuestiona, sino que exige una tapadera, unas formas, una apariencia que simule que todo está bajo control. Sin embargo, todo el mundo sabe que no lo está. Y no solo las compañías mineras, que operan bajo la lógica de "domino o soy dominado" para no ser absorbidas unas por otras, sino también la propia ciudadanía, los sindicatos llamados mayoritarios y la sociedad en su conjunto.”
Félix Talego
Para llegar, atravieso invernaderos y me cruzo con trabajadores migrantes que caminan por los arcenes, la mayoría con solo una botella de agua en las manos como equipaje.
“En otras ocasiones el asentamiento de chabolas es, dentro de las distintas posibilidades, la opción preferida por algunas de estas personas. Dado que las fincas agrícolas están en ocasiones a distancias considerables del centro del pueblo puede resultar más conveniente vivir en una chabola lo más próximo al campo o fincas donde se trabaja. Esto es mejor que tener que estar desplazándose cada día desde el pueblo hasta la finca, teniendo que pagar a alguien para que les lleve.”
Ángels Escrivà
Un titular, en su inocencia, alaba las virtudes de Huelva, resumidas en su riqueza en tierras raras, hidrógeno y drones. Una trinidad de relaciones vagas al igual que sugerentes. La noticia sigue. Europa necesita materia para sus sueños; materiales con los que fabricar armas impulsadas por el color verde, artilugios que, sí, podrán matar en el futuro, pero no se preocupen, que ahora se conforman con ser civiles. Se describe un cielo lleno de aeronaves que “coleccionan blancos”. Más colores. Blancos y verdes.
Mientras, estos pequeños aparatos no tripulados por persona alguna, como no podría ser de otra forma en esta época, se elevan entre los pinares onubenses, sobre sus dunas; con el fin de perfeccionar, no el arte de la guerra, sino el de la defensa y la seguridad. Las palabras deben ser escogidas con cuidado.
Mas el verdadero combustible, fósil en este caso, si se me permite la brutalidad, es el de algún inmigrante que se ha carbonizado en una chabola no muy lejos de allí tras un incendio. Desterrado que trabaja y que se le reclama con el fin de construir una zona segura que él, por supuesto, nunca disfrutará.
El problema con la realidad es que, de sopetón, uno se topa con ella. Cosas de la física. Tropezamos con hogares improvisados hechos de paneles de madera, con techos de chapa. No solo los expatriados sufren. Millones de personas, es decir, la mayoría, no se beneficiarán de esos tesoros enterrados en nuestras tierras.
Hay que desengañarse. Los centros del saber prefieren las armas a las letras. Al menos los que reinan en la universidad, los que diseñan la educación. Busquen la foto que estos señores de la letra se hacen junto a los que animan a que se extraigan todos los minerales posibles en una en una feria de la ferocidad. Cerca, de ellos, aperos de matar.
Hace tiempo que entramos en la fase de control intenso y sin máscaras. Se limpian los ríos con venenos; el metal vale más que el agua que bebes, pues da igual que esté contaminada si se utiliza para la máquina. Si los peces se mueren, o si nosotros no podemos beberla ¿qué más da? Caminamos en la base sacrificada del reino, en medio de una guerra no declarada.
En las casas quemadas, casi siempre, mueren los jornaleros, ya sean andaluces, sobre todo en el pasado reciente, o, ahora, los traídos de África.
En el Corredor Verde del Guadiamar se encuentra un molino harinero romano que aprovechaba la fuerza del agua para moler grano. Estos fueron clave en la economía agrícola de la región. El uso del agua como fuente de energía facilitó la producción de harina, esencial para las comunidades locales.
“La expresión “corredor verde del Guadiamar” es, en realidad, hipócrita. Yo diría que más que hipócrita, es cínica. Existen carteles que indican “prohibido excavar”, pero en su momento también había carteles que advertían: “prohibido pastar”, “prohibido recolectar”, “prohibido cazar”, “prohibido pescar”. Muchos de estos han desaparecido y no se reponen.
Para quienes no están informados o viven de espaldas a las circunstancias actuales, estas prohibiciones pueden parecer medidas de protección para la naturaleza. Sin embargo, la realidad es otra: el suelo sigue presentando diversos grados de contaminación por metales pesados. Aunque la acidez del agua tiende a neutralizarse, la contaminación persiste. Por eso, la expresión corredor verde es claramente hipócrita o cínica, porque en realidad no tiene nada de verde. Aunque la vegetación ha proliferado, esta absorbe los metales pesados y los redistribuye en el entorno, afectando a microorganismos, gusanos, pájaros, y, en última instancia, introduciéndolos en la cadena trófica.
Cuando ocurre un desastre como el de Aznalcóllar, no se trata simplemente de limpiar una zona, acotarla y convertirla en un corredor verde de inmediato. Debemos entender que la contaminación tiene un efecto a largo plazo. El corredor verde del Guadiamar fue limpiado, se retiraron los lodos y se hizo lo mejor que se pudo, dadas las características extremadamente nocivas de este tipo de contaminación por sulfuros. Sin embargo, este tipo de contaminación no ocurre en episodios aislados: las minas y los residuos mineros actúan como focos permanentes. De manera recurrente, especialmente en épocas de lluvia, vuelven a contaminar el entorno. En otras palabras, el río Guadiamar está siendo permanentemente recontaminado.
Se ha hablado también de los sulfuros y del acuífero que está en contacto con ellos. Finalmente, todo está conectado: el agua no respeta los decretos legales. Desde el acuífero aluvial, los residuos que siguen presentes en las montañas de estériles —que, en realidad, no son nada estériles— continúan su actividad contaminante. Los llamados “pasivos ambientales” de la minería de sulfuros no son nada pasivos; al contrario, son altamente activos. Lo que ha quedado en la base del sistema sigue funcionando como un foco de contaminación que permanecerá allí por muchísimo tiempo.”
Félix Talego
Cerca de este entorno natural descubrí la imagen satélite de lo que yo creí adivinar como un gasoducto. En realidad, se trata de la la EDAR de Aznalcázar, gestionada por Aljarafesa. Esta planta trata las aguas residuales de Aznalcázar, Huévar del Aljarafe, y una parte de Sanlúcar la Mayor, evitando que los vertidos afecten al sensible entorno del río y el Parque Nacional de Doñana. Entró en funcionamiento hace unos veinte años, cuando se declaró la zona como sensible por la normativa medioambiental. Mi confusión venía por la proliferación de carteles que advierten de la presencia de conductos de gas bajo la tierra. No se recomienda excavar en esa parte del Corredor Verde. Hace poco se ha evitado que Petroleum Oil & Gas, una compañía de Naturgy, explote este entorno natural. Desde 2015 se ha detenido judicialmente varios intentos de convertir el Guadiamar y Doñana en un almacén de gas. Las obras propuestas no solo amenazaban la biodiversidad del lugar, sino que también acabarían con el delicado equilibrio de un ecosistema que ya ha sufrido graves desastres ecológicos.
“Ha habido proyectos de inyección de gas en el subsuelo de Doñana. No sé si esos proyectos se prolongaban o si hubo alguno que pretendía alcanzar también el área del Guadiamar, que está relativamente cerca, dependiendo de si se considera el curso bajo o medio del río. Por el momento, han sido detenidos, aunque no sabemos si se retomarán en el futuro.
El almacenamiento de gas en cisterna requiere que se mantenga en estado líquido, lo que implica enfriarlo a 170 grados bajo cero, un proceso que supone un gasto considerable de energía. Por esta razón, a las compañías les resulta más barato encontrar cavidades en el subsuelo para almacenarlo. Hubo una movilización ciudadana relativa y, entre otros factores, esto contribuyó, junto con las alegaciones y los recursos de alzada presentados contra estos proyectos, a que fueran paralizados temporalmente. Sin embargo, no sabemos si en el futuro se retomarán…”
Félix Talego.
El Dolmen de Soto, ubicado cerca de Trigueros, es uno de los monumentos megalíticos más importantes de la península. Data de entre el 3000 y el 2500 a.C. y forma parte de un conjunto funerario utilizado por comunidades agrarias. Su diseño alinea una cámara funeraria con la luz de sol durante los solsticios.
“Es difícil transmitir el profundo simbolismo de esta construcciones a la gente. Hay que sustraerse a nuestros actuales conocimientos y a nuestro cada vez mayor conocimiento científico que va en detrimento de las creencias religiosas. Hoy podemos explicar porqué sale el sol todos los días por el este; entendemos porqué la luna va menguando o creciendo, por qué hay pleamar o bajamar, porqué existen los terremotos o se produce una gota fría. Cuando se explica a la población actual la importancia de la religión en aquellos momentos y la reacción ritual para aplacar a los dioses o a la naturaleza, que viene a ser lo mismo, la gente suele pensar que nos escudamos en respuestas fáciles para explicarlo. Sin embargo, no se dan cuenta de que aún hoy, en pleno siglo XXI, hay localidades que sacan a sus vírgenes y santos en procesión para propiciar la lluvia.”
Sebastián Celestino
“Si el calentamiento se queda entre 3 y 4 grados, estamos hablando de muertes. Así, sin más. Si no hay cambios sociales y políticos muy profundos, que superen el capitalismo y generen un gran reparto de riqueza, estamos hablando de la muerte de miles de millones de personas. Esto es muy serio, y está a la vuelta de la esquina, en una o dos generaciones.”
Jesús Castillo
Parto desde este lugar hacia los silos centenarios del Cortijo de San Benito de Candón, utilizados para almacenar grano desde al menos el siglo XVIII, y convertidos en palomares en la década de 1930. Uno de los silos, en particular, llamó mi atención. Al asomarme al interior, vi un colchón en el suelo y una viga de hierro que parecía haber servido como escalera, facilitando el acceso a una ventana a ras de suelo.
“Las autoridades mantienen una actitud, podríamos decir, de desdén con la población que vive en los asentamientos, ya tengan la documentación en regla o sea indocumentada. Esto es así en la medida en que son personas que, aunque residan todo el año, no son votantes potenciales de ninguna alternativa o partido político.
Las autoridades dialogan o reaccionan ante las demandas de aquellos que consideran que son su ciudadanía legítima. El no votante o el no registrado, el no empadronado, no cuenta. Siguen habiendo muchos municipios como en Lucena, donde independientemente de quien ostente la alcaldía se han negado sistemáticamente al empadronamiento de personas en asentamientos. Esto es así a pesar de que muchos de ellos ya están perfectamente identificados a lo largo del tiempo. Estos representantes políticos hablan de que son una población que no controlan, que no saben quiénes son, que están ocupando ilegalmente un espacio que es monte público. Por eso se les tiene que desalojar, es una ocupación totalmente fraudulenta. En cambio, estos asentamientos están pegados codo con codo con multitud de fincas agrícolas que no hacen sino aumentar de tamaño año tras año.
Sobre esta conversión de monte público en finca agrícola no hay ningún pero. No conocemos que los ayuntamientos se hayan opuesto. En cambio, que haya personas con necesidades habitacionales y que se alojen de la manera que pueden, apoyándose unos con otros en la instalación de estas chabolas, pues esto, sin embargo, molesta. Esto hace pensar que aquí, desde luego, lo que hay es una discriminación en función de la posición económica, del estatus de ciudadanía que uno tiene. En última instancia, también es una discriminación racial clarísima”.
Ángels Escrivà
En el Parque Natural de Las Peñuelas, en 2017, un incendio destruyó más de 8.500 hectáreas. El fuego afectó principalmente áreas forestales cercanas al parque de Doñana. Recorriendo el sendero, imaginé la noche del 24 de junio, cuando un viento violento avivó las llamas haciendo que la lucha por apagarlas durara días.
“Ya hemos entrado prácticamente en la fase de cambio climático abrupto. Eso significa que el sistema se autocalienta, independientemente de lo que haga el ser humano. Y el ser humano, lo que está haciendo, es seguir aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero en un 1% anual. Es decir, nos vamos a finales de siglo con un calentamiento de entre 3 y 4 grados, si no más. Y si pasamos de los 4 grados, estamos hablando, muy posiblemente, del colapso civilizatorio. Sí, y quién sabe si de la extinción de nuestra especie en el siglo XXII.”
Jesús Castillo
En el camino, aún quedan carteles que advierten del paso de transporte de aguas geológicas contaminadas, provenientes del gasoducto marino Poseidón, propiedad de Repsol. Esta ruta ya no se utiliza debido a las protestas de los vecinos.
“Proyectos como el gasoducto Poseidón de Repsol, que es minería energética —otro tipo de minería, en este caso, de extracción de gas—, han demostrado en varias ocasiones, en toda esta zona de Andalucía Occidental, que las poblaciones son mucho más sensibles a aquellos residuos que llegan y son calificados formalmente como basura para un vertedero. En Gibraleón, por ejemplo, hubo una movilización que duró un año y medio, con detenidos y huelgas de hambre, logrando frenar el primer intento de ubicar allí un vertedero, que finalmente se instaló en Nerva. En Nerva, la oposición se mantuvo durante tres años y dividió a la sociedad local y a las familias entre quienes estaban a favor y quienes estaban en contra de la instalación del vertedero.
En Aznalcóllar, un pueblo claramente pro minero, también se organizó una oposición que logró rechazar un proyecto de vertedero de neumáticos y una incineradora que, no sé si era exclusivamente para neumáticos o para otros residuos, pero que incluía neumáticos entre ellos. Sin embargo, las mismas poblaciones que rechazan estos vertederos asumen, e incluso con entusiasmo, la reapertura de minas, a pesar de que estas generan enormes cantidades de residuos con la misma toxicidad, o incluso mayor, que un vertedero industrial. La minería arrasa, devasta y, por tanto, hace inviable cualquier otra alternativa de desarrollo, salvo en casos excepcionales como Riotinto, donde, con un fuerte apoyo institucional, se ha convertido en una atracción turística para visitar una zona devastada y muerta, un verdadero foco de muerte. No hay ninguna otra experiencia, a pesar de los intentos con apoyo público, que haya logrado siquiera consolidarse como una alternativa turística.
Es decir, una comarca minera queda condenada a seguir dependiendo de la minería o desaparecer. Mientras que en otros sectores las actividades pueden sustituirse o evolucionar, la minería, especialmente la de sulfuros —que es la que predomina aquí—, destruye el entorno y envenena las aguas, impidiendo cualquier otra posibilidad de desarrollo. Por eso, la gente que permanece en estas zonas solo espera la llegada de otra mina, porque, si no hay mina, no hay nada. Esto es el chantaje del puesto de trabajo, un chantaje orquestado por la gran industria minera multinacional y respaldado por los gobiernos, tanto los anteriores como el actual, que comparten un consenso absoluto en su apoyo a la minería, abriendo completamente las fronteras a esta actividad sin exigir contrapartidas.”
Félix Talego
“Hoy no se respeta, por regla general, las cualidades de la naturaleza para la explotación del territorio. Al contrario, se fuerza la máquina para obtener mayores beneficios: se hacen zonas de regadío en lugares donde el agua es limitada; se construye en cañadas presuntamente abandonadas o en líneas de costa para el disfrute de los turistas; se talan bosques para ganar espacio a urbanizaciones; se contamina sin control para disfrutar el bienestar... Los rituales de hoy consisten en manifestarse puntualmente en contra de todo esto, pero nada más.”
Sebastián Celestino.
Camino entre los restos del incendio que se declaró el 5 de agosto de 2023. El fuego arrasó aproximadamente 450 hectáreas.
“Los incendios son un ejemplo clarísimo. Más calor, más incendios. Y los incendios convierten lo que antes era un sumidero de carbono en una fuente de emisión. Con cada fuego se genera más CO₂ en la atmósfera, lo que calienta más, lo que provoca más incendios. Es un bucle de retroalimentación que se alimenta solo. Y es precisamente este tipo de bucles lo que nos ha metido ya, prácticamente, en la fase de cambio climático abrupto. Y aun así, estos incendios no son nada comparados con los de las zonas intertropicales. En la Amazonía, en partes de África y en Indonesia, la deforestación masiva, unida a los incendios forestales, es un problema clave dentro de la crisis climática global.”
Jesús Castillo
Se desalojaron unas 60 personas de las localidades cercanas, que tuvieron que pasar la noche en el Polideportivo Municipal de Bonares. Entonces comprobaron lo que es tener que dormir en un hogar improvisado, a la manera que los cientos de migrantes que malviven en chabolas.
“Desde el servicio 112, al producirse un incendio, o inundación, se activa directamente un protocolo de emergencia al cual acuden Bomberos, Guardia Civil y Cruz Roja. Según los compañeros que vivían alrededor la causa (del último incendio mortal en Lucena del Puerto) fue una fogata para calentarse, varios testigos así lo confirman. Desconocemos dónde ha sido enterrado pero nos indicaron su nombre. No habíamos trabajado con este chico, pero sí lo conocíamos de vista. Se trataba de un chico de Ghana, que llevaba mucho tiempo viviendo en el asentamiento. Desde hace 17 años al menos podemos confirmar la muerte de mas de siete personas, además múltiples heridos y la perdida total de bienes materiales en los diferentes asentamientos de la provincia de Huelva.
Desgraciadamente las acciones propuestas requieren de dotación económica. Desde el ayuntamiento y entidades sociales, se ha sensibilizado a través de varios talleres de prevención de incendios, incluso hemos contado con la colaboración de un bombero para indicar qué se debe hacer. Además, desde la asociación, hemos proporcionado algunos extintores. Sin embargo, dadas las estructuras tan frágiles a las cuales nos enfrentamos, cualquier chispa puede hacer que el asentamiento quede arrasado por completo. Por ello, la solución pasa por la erradicación de los campamentos y poder proporcionar una vivienda digna a todas estas personas.”
Emma González
“Mi trabajo me ha llevado a acercarme a una realidad realmente dramática e insoportable: la creciente presencia de asentamientos chabolistas en las zonas rurales, muchas colindantes a los principales pueblos agrícolas. Muchos de estos grupos comparten una misma nacionalidad o cierta identidad étnica.
Entre ellos hay personas con papeles de residencia en regla. Se han instalado en esta especie de nomadismo jornalero que les permite mantenerse financieramente a lo largo del año. También llegan a estos asentamientos en las distintas zonas de Huelva personas sin documentación en regla. Estas son más susceptibles de ser explotadas en su máxima expresión por los empleadores y propietarios agrícolas. Las condiciones de trabajo para todos, aquellos que tienen papeles en regla, sean suyos o prestados, como para quienes no los tienen, son igualmente duras.
Lo que puede cambiar para unos y otros es el salario. Las personas sin papeles tienen menos poder social de negociación. Por tanto, no pueden reclamar sus derechos y, en última instancia, no podrían hacer una denuncia pública. Tampoco podrían acudir a las fuerzas y cuerpos de seguridad en el caso de un flagrante abuso.
Es de todos conocido que, en materia de legislación laboral, el empresariado agrícola no cumple en el 100% de los casos con todas las garantías y derechos estipulados según el convenio del campo de la provincia. Esto incluye no solamente la garantía de cobro de un salario mínimo a nivel nacional, sino también cantidades no cumplidas por horas extraordinarias. Además, no se respetan los descansos ni el pago de los costes de transporte al lugar de trabajo, entre otras cuestiones.”
Ángels Escrivà
A medida que exploro la zona, encuentro carteles que recuerdan la magnitud del desastre, así como las medidas tomadas para paliar los daños. El origen de incendio tuvo dos focos separados entre sí, lo que hace sospechar de que todo fue obra humana.
“Los rituales de fuego en Tarteso están muy focalizados en edificios o en complejos arquitectónicos, pero nunca se ha podido documentar que el fuego tuviera protagonismo fuera del ámbito antrópico. Es cierto, no obstante, que un incendio a gran escala en la Protohistoria no vamos a poder documentarlo, al menos por ahora, pero teniendo en cuenta la psicología del hombre en la antigüedad, es difícil pensar que tuvieran la osadía de agredir a la naturaleza de esa forma. Quemar un bosque, por ejemplo, conllevaría violar una leyes sagradas, pues siempre se estará agrediendo a uno o varios dioses relacionados con la naturaleza.”
Sebastián Celestino
Parto desde el cementerio. Colina abajo, se ven numerosos invernaderos y explotaciones agrícolas. Los incendios en asentamientos de trabajadores migrantes son frecuentes. Las viviendas precarias construidas con materiales inflamables arden con facilidad. Como en el incendio de Sobervina, la devastación llega rápida y brutal. Estos poblados improvisados, especialmente el conocido como ‘Sevillana’ o “el de los malienses”, viven en un ciclo de destrucción y reconstrucción. Lucena del Puerto alberga quince asentamientos con una población de más de quinientas personas.
“Llevo 17 años trabajando en la asociación Huelva acoge. La situación está completamente desbordada, contabilizándose hasta más de 19 núcleos chabolistas cada vez más alejados del núcleo urbano y escondidos para no ser detectados, acrecentando mas si cabe la vulnerabilidad extrema en la que viven. No existe ninguna red de agua ni electricidad, ni recogida de basuras, por ello el acceder a un punto de agua es muy complicado, cogiendo de fincas próximas de bocas de riego o tuberías. La forma de conseguir electricidad se realiza a través de placas solares, baterías, linternas... Para calentar el agua hacen fogatas, así como para la preparación de comida, con el consiguiente riesgo de incendio, más si cabe en época de verano con las altas temperaturas. La falta de recogida de basuras provoca la acumulación de las mismas alrededor de las chabolas, incidiendo de forma negativa en la salud física de las personas que malviven en dichos asentamientos.
Desde Huelva acoge no contamos con un censo, por lo que el número que calculamos es orientativo. Pensamos que, en época álgida de campaña, habría unas quinientas o seiscientas personas, pasando en época estival a unas 150 personas. Desde el Ministerio y la Junta de Andalucía se ha comenzado con un plan de erradicación que pretende a medio-largo plazo erradicar los asentamientos de toda la provincia de Huelva. El Ayuntamiento de Lucena ha concluido la construcción de un albergue con capacidad para 36 personas y esta pendiente de apertura. Se ha financiado con fondos de la junta de Andalucía.”
Emma González
“El asentamiento es prácticamente la última opción de vivienda que les quedan a muchos de estos trabajadores que llegan de forma temporal. Por otro lado, también hemos notado, y esto nos lo han contado especialmente las mujeres, que en los asentamientos se sienten más libres de tomar sus propias decisiones; de poder moverse libremente por el entorno cuando están viviendo fuera de los alojamientos que ofrecen los empresarios dentro de sus fincas. En las fincas están sujetas, en no pocas ocasiones, a un nivel de control importante.
Esto se debe a que la contratación en origen, a través de la llamada orden GECCO, se convierte muy a menudo en un sistema de control férreo sobre las vidas y los cuerpos de estas personas. Hay que tener en cuenta que se las recoge a su llegada al puerto de Algeciras. Se las introduce en un autobús a todo este numerosísimo contingente de mujeres, que son distribuidas en las diferentes fincas, en grupos más pequeños y otros más grandes.
Por el resto de la temporada, los meses que vayan a estar trabajando para ese único empleador, tendrán que vivir dentro de la finca. No siempre, pero a menudo, tendrán dificultades para justificar sus ausencias del entorno de la finca. Esto es así porque el empresario, los encargados o las encargadas manijeras, están interesados en que estas personas estén disponibles para trabajar el máximo de tiempo posible. No quieren que se distraigan, que acudan a los pueblos a hacer las compras de una manera controlada, sin pérdida de tiempo. Quieren que hagan un uso muy limitado de los servicios públicos, incluidos los servicios de salud. No quieren que mantengan contactos ni relaciones con el resto de la población, bien sea población jornalera o autóctona migrante, o bien con la ciudadanía. Esto es para que no se distraigan y para que no tengan la posibilidad de iniciar un proceso de integración en el tejido social.
Esta situación de aislamiento y cautiverio, en la que muchas mujeres nos han expresado que viven, puede evitarse a través de la vida en otro tipo de alojamientos. Obviamente, esto puede ser en el ámbito urbano, pero también el asentamiento en condiciones controladas con personas de confianza puede ser una opción. Desde luego, el asentamiento chabolista, sería una opción para una población jornalera más permanente. Esta población está trabajando en labores de la tierra durante más meses al año, no solamente en la cosecha, sino también en la plantación, en el desbroce.
Con todo esto, como vemos, la radiografía de la vida es compleja. Es importante entender las diferentes dinámicas que allí, en esos espacios, se producen. Es conocido que algunos de los asentamientos de Lucena, especialmente algunos de los más antiguos y más grandes, se han convertido también no solamente en lugares donde se refugia una población de origen migrante vinculada al campo que no encuentra alternativas habitacionales. También se han convertido en dispensadores de servicios para el resto de población migrante o incluso para ciudadanía autóctona. Servicios como pueden ser los servicios sexuales o de entretenimiento en general.”
Ángels Escrivà
Llego al Río Tinto. Famoso por sus ácidas aguas rojas, ricas en metales pesados como hierro, cobre y manganeso. Íberos, fenicios y romanos, ya lo utilizaban como fuente de minerales. En el siglo XIX, la minería se intensificó con la llegada de empresas británicas, como la Rio Tinto Company Limited, que construyó una línea férrea para transportar el mineral hasta el puerto de Huelva.
“Hay muchos cauces con un pH bajísimo, extremadamente ácido. Por ejemplo, merece la pena dar un paseo por São Domingos. La mina está en Portugal y desemboca en el embalse del Chanza. Son varios kilómetros de agua cristalina, transparente, que con el calor dan ganas de beber… pero si metes allí un pollo, no dura un día. Se descompone rapidísimo por la acidez.
Ese es el extremo, pero hay muchos arroyos similares al Tinto. Nosotros trabajamos mucho en la desembocadura del río Tinto. Una de las cosas que más llama la atención en estos cauces es el color: los rojos, los amarillos del azufre. A veces, también el olor… Eso no es natural. La espuma que aparece en algunas aguas muchas veces son proteínas desnaturalizadas por el ácido.”
Jesús Castillo
“Esas comarcas, como Riotinto y Tarsis, han producido grandes cantidades de cobre y otros metales. Pero si pasas podrás ver cuánta riqueza ha quedado allí de todo lo que supuestamente generó la minería. La realidad es que la minería es pobreza, y esta es una constatación histórica, no solo aquí, sino en cualquier parte del mundo donde hay minería. Los dueños de las compañías nunca viven en el entorno de las minas; rara vez las visitan, y ni siquiera necesitan hacerlo. En cambio, quienes viven allí son los trabajadores explotados, desde los ingenieros de menor rango hasta los operarios y los desgraciados que se ven obligados a descender a la mina.
Hasta hace dos siglos, redondeando cifras, para que un hombre bajara a una mina había que encadenarlo; de lo contrario, no lo hacía. Hoy, fíjate cuánto ha "progresado" la ideología del trabajo: los obreros y los defensores de la clase obrera se encadenan en las minas para que no los saquen. El chantaje del empleo, con la complicidad de los sindicatos llamados de clase y mayoritarios, sigue siendo tremendamente eficaz para que las compañías mineras tengan vía libre para continuar devastando. Ellas no ocultan que se trata de una explotación con una duración de 15, 12 o 18 años, prorrogable en algunos casos. Lo que no dicen es que, si los metales bajan de precio o surgen otras circunstancias, pueden marcharse antes de los 15 años sin ninguna consecuencia, ya que no hay manera de retenerlas”.
Félix Talego
Para seguir por el camino público hacia el río, he de cruzar por la carretera privada vigilada por cámaras de seguridad, que da acceso a la Mina de Aguas Teñidas. Sandfire MATSA opera tres minas subterráneas en Huelva. Todas se ubican en la Faja Pirítica Ibérica, un distrito minero de más de 250 kilómetros con actividad desde la Edad del Cobre, hace 4.500 años. Aguas Teñidas es un yacimiento subterráneo de sulfuros masivos, rico en cobre.
“Los historiadores de la minería en la etapa industrial —porque la minería industrial no tiene nada que ver con la minería preindustrial— coinciden en que la oposición más fuerte y sostenida a esta actividad ha provenido siempre de los agricultores y ganaderos. Esto se debe a que el agua, esencial para sus actividades, es envenenada tarde o temprano, de manera más o menos intensa, por la minería.
En todo el mundo, desde Japón hasta el continente americano, ha sido siempre así. Sin embargo, resulta interesante analizar por qué aquí no está ocurriendo del mismo modo. El sector turístico y el sector agrícola ya están objetivamente perjudicados. Además, el sector agrícola vive bajo una espada de Damocles: si un día aparece la noticia de que hay trazas de metales pesados en sus productos, su imagen puede verse gravemente afectada. Y una vez dañada, recuperar la reputación de un producto es una tarea complicada.”
Félix Talego
Al llegar al río Olivargas, me encuentro con una espuma verde acumulada entre las rocas. Desde hace un tiempo, las comunidades de regantes del Andévalo Minero están en alerta por los vertidos contaminantes que han provenido de la mina, lo que pone en peligro la calidad del agua de la Rivera de Olivargas, que desemboca en el embalse del mismo nombre. Análisis realizados en 2019 mostraron que los niveles de metales pesados en los ríos cercanos superaban los límites permitidos.
“Al consumo humano no llega. Hay control de metales en el agua potable. Podría hacerse con más frecuencia, pero se controla. Hace poco, por ejemplo, se publicó un estudio sobre esto. Compañeros de la Universidad de Huelva midieron metales en la uña del dedo gordo del pie, porque es la que más tarda en crecer—aproximadamente un año. Compararon los niveles en personas que viven cerca del polo químico y las balsas de fosfoyesos con los de quienes viven más lejos. Y encontraron que quienes viven cerca tienen más metales en la uña del dedo gordo. No es por el agua potable—eso está relativamente controlado en pueblos y ciudades—, pero si alguien bebe de un pozo sin control, es otro tema.
El problema es a través de los alimentos. Se analiza muy poco. En peces y marisco, casi nada. Solo en moluscos bivalvos, como las almejas, se hace con regularidad. Pero en peces y mariscos en general, casi no se analiza. Y por ahí sí puede llegar a las personas. Ahora, en el nuevo informe sobre los peces—que todavía no ha salido en prensa, pero ya lo estamos enviando a quienes están directamente implicados—se ve algo preocupante. Los niveles de plomo en los albures, los peces que se consumen en esta zona del Guadalquivir, superaron los límites permitidos por la Unión Europea para el músculo del pescado. Y la Junta de Andalucía no hizo nada.
El 31% de las muestras estaban por encima del nivel permitido. Esos datos los envió la mina a la Consejería de Medio Ambiente… y ahí quedaron. La Junta no reaccionó. Existe un protocolo: la Consejería de Medio Ambiente debió comunicarlo a la Consejería de Salud y Consumo. Salud y Consumo debió abrir una investigación y pedir a la Consejería de Agricultura y Pesca que analizara para corroborar los datos. Si se confirmaban, posiblemente habría que haber emitido una alerta alimentaria. Pero no hicieron nada.”
Jesús Castillo
Desde 2018, se han producido dos vertidos significativos que han generado gran preocupación entre los agricultores locales. Sandfire MATSA ha logrado contener los efectos de estos derrames. El 20 de enero de 2018, más de quinientos metros cúbicos de estériles contaminantes envenenaron dos kilómetros de cauce.
“Dentro de la provincia de Huelva, las personas que tienen una postura más crítica o mayores inquietudes, difícilmente se van a quedar. Hay un manto de silencio, una ley impuesta y autoimpuesta sobre todas las injusticias que se producen en el campo. Esto es así en la medida que se entiende que poner sobre la mesa, que dar voz a estas irregularidades, perjudicaría este sector estratégico para la economía de la provincia. Se acepta la injusticia en pos de las economías familiares de los pequeños empresarios, de algunos empleos que genera también la agroindustria.
El Producto Interior Bruto procedente del campo en esta provincia representa más del 10%. No se permite, incluso se castiga de diferentes maneras el posicionamiento crítico o radical con respecto al sistema de producción extractivista de la agricultura intensiva. De igual forma que se castiga la crítica a la industria petroquímica o la minera, tan importantes en esta región.
De modo que no son pocos los estudiosos que hablan de Huelva como un ejemplo de territorio de sacrificio. En estos se ha asumido de una manera bastante generalizada por la ciudadanía y por las autoridades políticas económicas que son territorios ecológicamente devastados, contaminados. A raíz de unas iniciales actividades extractivistas, en este caso en Huelva fue la minería, se puede ir acumulando sobre territorios ya contaminados otras actividades de devastación que perjudican al territorio y a las personas que en ellos habitan.”
Ángels Escrivà
“Las compañías no ocultan, por ejemplo, que la nueva balsa en Valdelamusa —que, según tengo entendido, tendrá una capacidad de entre 15 y 20 millones de metros cúbicos de lodos— quedará ahí de manera permanente. La propia compañía propietaria, en este caso la multinacional australiana Sandfire, afirma que estará operativa durante 15 años. Es decir, van a estar vertiendo residuos durante 15 años y, sin decirlo abiertamente, dan por sentado que esa balsa quedará allí para la eternidad. Quince años de explotación a cambio de una eternidad de residuos.
En la mina de Aguas Teñidas, o en la mina Cobre Las Cruces, en Gerena (Sevilla), las compañías, debido a la legislación vigente, a sus propios intereses comerciales y para evitar escándalos que puedan dañar su imagen y, por ende, su cotización en bolsa, logran contener, disimular y gestionar los vertidos colosales que genera la minería mientras están operando. Controlan que nada salga del recinto minero y, si ocurre algún escape, lo recogen de inmediato e incluso indemnizan a los afectados o, si no pueden indemnizar, compran el silencio.
En esto ha cambiado la minería de sulfuros respecto a cómo operaba hasta los años 60 o 70 del siglo pasado. Antes, durante el periodo de explotación, las compañías ni siquiera intentaban disimular nada: los residuos fluían libremente al entorno y a los ríos. Ahora, en cambio, los retienen dentro del recinto minero. Paradójicamente, el verdadero problema comienza cuando los mineros se van. Y los mineros siempre se van. Los que se quedan son solo los desgraciados que han tenido que bajar a la mina, que se han contaminado al estar en primera línea de exposición a un material altamente peligroso como los sulfuros.
Según la legislación, las compañías están obligadas a administrar los residuos durante los dos primeros años tras el cierre de la mina. A partir del tercer año, esos residuos quedan abandonados y su gestión recae en las administraciones públicas o en otra mina que llegue después. Pero si no hay otra mina, la carga siempre acaba recayendo en el Estado, es decir, en Hacienda, que somos todos. Es la misma historia de siempre: privatización de beneficios y socialización de costes, pero en el caso de la minería, en proporciones colosales.
Cuando la mina de Aguas Teñidas deje de ser rentable o cuando cambien las condiciones del mercado, se cerrará. Pero ninguna mina de sulfuros se cierra realmente: simplemente se abandona. Y, al cabo de unos años, empezará a mostrar sus efectos devastadores, como ha ocurrido desde finales del siglo XIX con todas y cada una de las minas que se han abierto en esta zona, que siguen siendo focos de contaminación para los ríos.
Si no fuera por estos residuos, los ríos no seguirían envenenados. Si la contaminación hubiera sido solo un episodio aislado en el siglo XIX, el agua ya los habría limpiado con el paso de los años, aunque quedaran algunos residuos. Pero los sulfuros siguen allí y seguirán por generaciones.”
Félix Talego
Desde la época romana, esta área ha sido explotada por su riqueza en minerales como cobre, zinc y plomo. En el siglo XIX, la explotación minera se intensificó con la llegada de empresas británicas, lo que dio lugar a la expansión de las infraestructuras mineras. La Poderosa se halla en la Faja Pirítica. De este yacimiento se extrajeron minerales, sobre todo plata durante la época romana. Sin embargo, su esplendor se apagó y, aunque hubo intentos de volverla a abrir, en 1924, debido a la caída de los precios del cobre, La Poderosa cerró.
“Esta es una economía colonial, de colonia. Primero lo fue con alguna presencia francesa, pero luego, casi en su totalidad, la minería en Andalucía —especialmente en Andalucía Occidental, que es la que mejor conozco— quedó bajo control anglosajón, concretamente de la Commonwealth. El flujo de capitales en Andalucía responde a esta historia geopolítica. Básicamente, estamos ante una economía colonial, o como dicen ahora algunos analistas, extractivista: se extraen grandes cantidades de recursos que se marchan fuera y aquí no queda ningún valor añadido. Y aunque "valor añadido" es un concepto de economistas en el que yo no creo, lo uso para hacerme entender. El mayor grado de colonización que puede alcanzar un territorio no es solo ser explotado, sino no ser consciente de que es una colonia. Ese es el grado superior de la colonización. Otros pueblos colonizados saben que lo son, lo soportan e intentan resistirse. Sin embargo, en Andalucía no somos conscientes de nuestra propia condición colonial.
Todas las explotaciones cercanas al Odiel, como la mina La Poderosa, siguen la misma historia: cuando no llega ninguna empresa nueva a reabrirlas o reexplotarlas, quienes dependían de ellas o mueren o se ven obligados a marcharse. Esta es la historia de la minería aquí y en cualquier parte del mundo. Si estudias la historia minera, verás que la demanda de mano de obra ha sido muy intensiva durante ciertos períodos, aunque cada vez menos, debido a la mecanización y automatización. Pero hasta mediados del siglo XX, fue una actividad altamente demandante de mano de obra, aunque se trataba de una mano de obra extremadamente precaria, sin derechos ni protección.
La minería reclutaba a los sectores más desfavorecidos, a los más pobres, a aquellos que, sin más alternativa, se veían obligados a emigrar. Bajar a una mina nunca ha sido atractivo para nadie. Esa historia de miseria, explotación, muerte, accidentes laborales fatales y desprecio no está escrita como debería. Gente que llegó sin nada, buscando un salario miserable a costa de arriesgar su vida y envenenarse, para que luego, al cerrarse la mina, tuvieran que hacer nuevamente las maletas.
Las administraciones se han apropiado del discurso de que la minería ha estado presente aquí desde tiempos inmemoriales. Para justificar su continuidad, repiten el relato de la "edad de los metales". Pero este argumento es tramposo. No solo aquí, sino en todo el mundo, desde Japón hasta el otro extremo del Viejo Continente, ha habido minería desde la Edad de los Metales. Pero la minería preindustrial no tiene nada que ver con la industrial. Hasta finales del siglo XIX y principios del XX, la escala de explotación era infinitamente menor. En el caso de Andalucía Occidental, esto está demostrado y contrastado. Hay bibliografía con fuentes primarias que confirma que entre 1850 y 2000 se ha extraído tres veces más cobre que en todo el período que abarca desde el Neolítico hasta el siglo XIX. Es decir, estamos en una escala completamente diferente. Sin embargo, este relato es útil para quienes buscan justificar la continuidad del saqueo. Llega a una ciudadanía ya predispuesta a aceptar cualquier cosa y que, como en la fábula del traje nuevo del emperador, se esfuerza en ver algo valioso donde en realidad no hay nada.”
Félix Talego
Llego al poblado minero abandonado. La contradicción de su nombre con su actual realidad se convierte en una buena forma de despedir el proyecto.
“Yo veo—esto ya es una opinión personal, no un análisis científico—que la minería va a seguir avanzando, pero que vamos a ser capaces de ponerle palos en la rueda. Por ejemplo, ahora, con el vertido de la mina Cobre Las Cruces, está demostrado que hay un daño ambiental. Eso, penalmente, alguien tiene que responder. Hay un daño en los sedimentos. Demostrar que la contaminación en los peces viene directamente de la mina es más difícil, pero es muy posible. Va a haber victorias por parte de la gente que lucha contra la minería, pero la minería va a seguir avanzando.”
Jesús Castillo
Esta es una tierra condenada. Los poderes europeos, españoles y andaluces, todos a una, sin importar el diferente sesgo de sus "ideales", han pronunciado la sentencia: se le impone la pena de explotación contaminante de sus minerales, de pruebas militares de nuevas tecnologías asesinas, de agotar sus acuíferos, de dejar en el desamparo a los expatriados que viven en chabolas cerca de donde trabajan, de ver arder sus bosques. Todo ello, bajo la excusa de salvar a la Unión Europea de futuras amenazas que aún no han sido pronunciadas y puede que nunca lo sean. Al desastre se lo llama rearme, a la ruina, tesoro, a la destrucción de puestos de trabajo, empleo.
“Se puede hablar de un colapso social y económico vinculado al asentamiento. Yo como activista ecologista, simpatizo con este concepto. Colapso de los modos de vida que hemos emprendido desde hace varios siglos con una industrialización y mercantilización de todos los sectores de la actividad humana. La agricultura, de la manera como se desarrolla, es más propia de un modelo industrial taylorista.
Aquí lo que prima es la estandarización del producto y la rapidez, el crecimiento rápido, la cosecha rápida. Hay poca atención a la calidad y al valor nutricional, ni al mantener la salud del entorno, de los ecosistemas, de las personas. Esto está en un segundo plano, por no decir en un último plano. Lo que prima es la rapidez de la producción y del beneficio; que el sistema y la cadena, ahora que hablamos tanto de las cadenas globales de suministro, no paren y estén siempre en funcionamiento, siempre bien engrasadas.
Es importante que cada uno de sus actores y intermediarios gane dinero constantemente, en una huida hacia adelante sin fin. La ciudadanía tiene una sensación de que no se pueden parar estas dinámicas; que no hay marcha atrás, ni se desea una marcha atrás. Se ha asumido que fenómenos como el calentamiento global son irremediables.
A pesar de toda la información que tenemos, todos, incluidos los propios personas de bagaje migratorio que trabajan en el campo, somos conocedores del daño que se está produciendo a los seres vivos. Pero hay una especie de fatalidad instalada de la que no se puede salir. Parece una condena a la que está sometida el planeta y la raza humana”.
Ángels Escrivà
Se la ha forzado a hacer algo penoso. Forzada a renunciar a sus ríos, a su vegetación, a sus costas, a sus gentes. Para lograrlo, se ha incomunicado a sus habitantes, tapiando sus sentidos, mediante una campaña de propaganda que celebra la hecatombe. Se echarán a perder los suelos y las aguas, mas solo unos pocos parecen alarmarse por esto. No se me ocurre forma más brutal de desdeñar el lugar propio. El daño de sus acciones durará siglos. Los supuestos beneficios, unas pocas décadas.
Con el paso del tiempo, he comprendido —o más bien, se ha revelado— el propósito del proyecto Casa Quemada: anunciar el advenimiento de un rearme con el que iniciar una nueva era de agresión a los más débiles.
Las explotaciones que antes llevaban altos nombres ¡La Poderosa! ahora se esconden en siglas y términos en inglés, en una especie de modestia del sin sentido. Se habla de hub y así tenemos claro que todos estamos dentro de un circuito del que no se puede salir, pues su estabilidad se controla por la fuerza.
El origen puede que radique en la desconexión con lo natural. Aquellos tartesos que sacrificaron sus animales, sus caballos, que quemaron la casa y la sepultaron, sabían que dependían de ella si querían sobrevivir. Sin embargo, hoy, nosotros, con la cabeza llena de datos y conocimiento, suponemos que podemos agredir a esa misma naturaleza y no sufrir consecuencia alguna. Por eso no iniciamos ninguna acción desesperada como la tartésica, sino que confiamos en que alguien lo arregle. Incluso se recurre a una supuesta entidad artificial todopoderosa con el fin de que nos dé la solución a nuestros problemas. El tiempo se acaba y los elementos nos castigan cada vez con más dureza. Pero en nuestra soberbia no exigimos un cambio.
El rearme al que se nos fuerza más bien se queda en un ataque a la propia población. Con métodos refinados y mucho más educados que antaño, claro.
© 2024-2025 Antonio Palacios Rojo