Proyecto Artístico de Exploración Medioambiental de Antonio Palacios Rojo
Casa Quemada es un proyecto artístico de Antonio Palacios Rojo que explora el impacto medioambiental y social en Sevilla y Huelva. A través de caminatas en lugares afectados por incendios forestales, contaminación minera y abandono, el proyecto revela la compleja relación entre la explotación tecnológica y la conservación ecológica.
Los itinerarios comprendían los ríos Guadiamar, Tinto, Olivargas y sus alrededores, una zona habitada por civilizaciones primitivas como Tartessos. Antonio Palacios Rojo, durante los meses de septiembre y octubre de 2024, recorrió lugares seleccionados por su peculiaridad visual en las fotografías satélite de Google Earth. Una vez allí, pudo contrastar la belleza abstracta y fría de las imágenes con la realidad que se percibe al caminar por ellas. Restos de incendios en parajes protegidos y en asentamientos de chabolas de inmigrantes, poblados mineros abandonados, contaminación de las aguas por la explotación energética, el establecimiento de complejos militares de avanzada tecnología y grandes instalaciones destinadas a limpiar las aguas fecales de poblaciones cercanas.
Las caminatas fueron grabadas gracias a una aplicación que recolecta los datos GPS. Más tarde, el trazado rojo de los trayectos se insertó en las imágenes satélites de Google. Así, se combina el carácter performativo del paseo con un enfoque visual propio de la fotografía post-internet. También se pone en común los archivos de los datos de sus viajes, para que cualquiera pueda verlos y editarlos de la manera que deseen. Por tanto, el proyecto tiene su base en una propuesta conceptual. El aspecto estético de las fotografías y textos, junto con las reflexiones sobre su paso por esos paisajes, se convierte en algo secundario. Así, día a día, se descubren parajes que se enfrentan a un colapso tanto social como ecológico, similar al que pudo haber acabado con la civilización tartésica.
Descubro imágenes por satélite que parecen obras abstractas. Círculos de tierra o árboles, rectángulos repetidos de los plásticos de invernaderos o de placas solares, trazos gruesos de asfalto de pistas de aterrizaje, en todo esto el hombre ha puesto las manos encima. También me admiro de las irregularidades repetidas de curvas fractales de las marismas, óvalos de lagos, garabatos de tierra, de lo que no ha sido tocado. Quiero caminar por dentro de esas imágenes y vivir dentro de ellas por un momento.
Me dirijo a un blanco plano de acero. Cuando uno se acerca, se asombra de esta fábrica solar Solnova, en Sanlúcar la Mayor, y sus torres alienígenas que disparan rayos blancos a la tierra. Al final del camino hay un cartel que indica Casa Quemada. Esas palabras pueden resumir lo que ha logrado la humanidad: quemar la casa en donde vive. Antes de llegar, he atravesado un par de círculos, uno marrón barro habitado por piara de cerdos, otro verde oliva. La perfección de lo circular demuestra una explotación mecánica. También paso por dos manchas derretidas, restos mortales insepultos del río Guadiamar.
El silencio recto de la carretera apenas es interrumpido por autos enormes y pequeños. Para demostrar que he hecho el camino, recojo trozos de olivos, plantas resecas rojas, tierra amarilla, piedras blancas. También una lata rojiza tan oxidada y destruida que puede representar a toda la basura que se acumula en los arcenes. Luego, me doy cuenta de que mis pasos han sido guiados desde las alturas. No necesito recoger nada, tan solo grabar los datos de mis pasos.
Me dispongo a hacer lo mismo una y otra vez. Sí, descubre un bello cénit, camina por él, graba y comparte tus datos. Me limitaré a los contornos de las tierras de Tartessos. Sus habitantes también acabaron por sepultar sus casas con sus animales sacrificados dentro. Su hecatombe íntima y misteriosa, antes de partir hacia la desaparición, puede que fuera un lejano gesto de aviso.
La Finca Sobervina alberga un yacimiento tartésico, uno de los primeros asentamientos en la península ibérica. Laelia, centro de comunicaciones del Imperio Romano, se levantó sobre esta ciudad sin nombre. Los restos arqueológicos se hallan dentro del Cortijo Soberbina (antigua Sobervina), por lo que no se pueden visitar.
En 1930 se produjo un incendio allí. En una nave había vacas, caballos, mulos y bueyes. La planta de arriba se destinó a un secadero de tabaco. Justo al lado se alzaba la vivienda de los trabajadores. Según las crónicas de la época, una "chispa de la luz" prendió y murieron calcinadas siete personas: un matrimonio, sus cinco hijos y un mulero que vivía con ellos. Además, 81 bueyes y 15 mulos se carbonizaron. Entonces nadie se preocupaba por que la disposición de la naves y las viviendas de los trabajadores fueran seguras.
En algunos yacimientos tartésicos se han encontrado rituales de misteriosas ofrendas. Caballos y ganado se sacrificaban, se organizaban en posturas delicadas y se sepultaban dentro de la vivienda que habían de abandonar. Se ha vinculado estas hecatombes con eventos catastróficos como crisis ecológicas o sociales, respuestas a desastres naturales, como sequías o hambrunas. El incendio del Cortijo Sobervina, con el ganado hecho carbón dentro de la tinada tiene algo de eco de estas ceremonias desesperadas.
El Guadiamar en su tramo final, aporta nutrientes esenciales para los ecosistemas acuáticos de Doñana. Desastre de Aznalcóllar en 1998: el río sufrió un vertido tóxico de una mina que ahora se va a reabrir.
La Torre Carbonero, también conocida como Torre de la Carbonera, ubicada en el término municipal de Almonte. Forma parte de la antigua red de torres almenaras construidas para la vigilancia costera durante el siglo XVI. Su única entrada se encuentra en la cara opuesta al mar, una disposición típica para proteger a los vigías. A pesar del paso del tiempo, la torre se conserva en buen estado debido a su lejanía de las poblacionales y de los turistas.
Atravieso explotaciones agrícolas características del paisaje de Huévar del Aljarafe. La torre, propiedad de la corporación Orange, protege su interior con un muro y un sistema de vigilancia que controla el acceso. Su antena emite tanto 5G como 4G, cubriendo gran parte de la zona. Cerca fluye el río Guadiamar.
El Centro CEUS, ubicado en Moguer, Huelva, se dedica al desarrollo de aeronaves no tripuladas, comúnmente conocidas como drones. Su proyecto Tarsis (el nombre con el que los griegos conocía a Tartessos) desarrolla sistemas de vigilancia y reconocimiento para la defensa y la gestión de emergencias. Alta tecnología para misiones de observación a largas distancias y en condiciones adversas.
El complejo militar, inaugurado el 1 de octubre de 2024, aún no aparece en las imágenes de 360 grados de Google Earth. Donde antes había senderos de tierra según las fotografías, ahora encuentro un vallado que delimita el acceso a la pista de aterrizaje de esta instalación de alta tecnología. Para llegar, atravieso invernaderos y me cruzo con trabajadores migrantes caminan por los arcenes, la mayoría con solo una botella de agua en las manos como equipaje.
En el Corredor Verde del Guadiamar se encuentra un molino harinero romano que aprovechaba la fuerza del agua para moler grano. Estos fueron clave en la economía agrícola de la región. El uso del agua como fuente de energía facilitó la producción de harina, esencial para las comunidades locales.
Cerca de este entorno natural descubrí la imagen satélite de lo que yo creí adivinar como un gasoducto. En realidad, se trata de la la EDAR de Aznalcázar, gestionada por Aljarafesa. Esta planta trata las aguas residuales de Aznalcázar, Huévar del Aljarafe, y una parte de Sanlúcar la Mayor, evitando que los vertidos afecten al sensible entorno del río y el Parque Nacional de Doñana. Entró en funcionamiento hace unos veinte años, cuando se declaró la zona como sensible por la normativa medioambiental.
Mi confusión venía por la proliferación de carteles que advierten de la presencia de conductos de gas bajo la tierra. No se recomienda excavar en esa parte del Corredor Verde. Hace poco se ha evitado que Petroleum Oil & Gas, una compañía de Naturgy, explote este entorno natural. Desde 2015 se ha detenido judicialmente varios intentos de convertir el Guadiamar y Doñana en un almacén de gas. Las obras propuestas no solo amenazaban la biodiversidad del lugar, sino que también acabarían con el delicado equilibrio de un ecosistema que ya ha sufrido graves desastres ecológicos.
El Dolmen de Soto, ubicado cerca de Trigueros, es uno de los monumentos megalíticos más importantes de la península. Data de entre el 3000 y el 2500 a.C. y forma parte de un conjunto funerario utilizado por comunidades agrarias. Su diseño alinea una cámara funeraria con la luz de sol durante los solsticios.
Parto desde este lugar hacia los silos centenarios del Cortijo de San Benito de Candón, utilizados para almacenar grano desde al menos el siglo XVIII y convertidos en palomares en la década de 1930. Uno de los silos, en particular, llamó mi atención. Al asomarme al interior, vi un colchón en el suelo y una viga de hierro que parecía haber servido como escalera, facilitando el acceso a una ventana a ras de suelo.
Al atravesar el Parque Natural de Las Peñuelas, donde, en 2017, un incendio destruyó más de 8.500 hectáreas. El fuego afectó principalmente áreas forestales cercanas al parque de Doñana. Recorriendo el sendero, imaginé la noche del 24 de junio, cuando el viento de casi 100 kilómetros a la hora, avivó unas llamas haciendo que la lucha por apagarlas durara días.
En el camino, aún quedan carteles que advierten del paso de transporte de aguas geológicas contaminadas, provenientes del gasoducto marino Poseidón, propiedad de Repsol.
Camino entre los restos del incendio que se declaró el 5 de agosto de 2023. El fuego arrasó aproximadamente 450 hectáreas. Se desalojaron unas 60 personas de las localidades cercanas, que tuvieron que pasar la noche en el Polideportivo Municipal de Bonares. Entonces comprobaron lo que es tener que dormir en un hogar improvisado, a la manera que los cientos de migrantes que malviven en chabolas. A medida que exploro la zona, encuentro carteles que recuerdan la magnitud del desastre, así como las medidas tomadas para paliar los daños. El origen de incendio tuvo dos focos separados entre sí, lo que hace sospechar de que todo fue obra humana.
Parto desde el cementerio. Colina abajo, se ven numerosos invernaderos y explotaciones agrícolas. Los incendios en asentamientos de trabajadores migrantes son frecuentes. Las viviendas precarias construidas con materiales inflamables arden con facilidad. Como en el incendio de Sobervina, la devastación llega rápida y brutal. Estos poblados improvisados, especialmente el conocido como ‘Sevillana’ o “el de los malienses”, viven en un ciclo de destrucción y reconstrucción. Lucena del Puerto alberga quince asentamientos con una población de más de quinientas personas.
Llego al Río Tinto, famoso por sus ácidas aguas rojas, ricas en metales pesados como hierro, cobre y manganeso. Íberos, fenicios y romanos, quienes ya lo utilizaban como fuente de minerales. En el siglo XIX, la minería se intensificó con la llegada de empresas británicas, como la Rio Tinto Company Limited, que construyó una línea férrea para transportar el mineral hasta el puerto de Huelva.
Para seguir por el camino público hacia el río, he de cruzar por la carretera privada vigilada por cámaras de seguridad, que da acceso a la Mina de Aguas Teñidas. Sandfire MATSA opera tres minas subterráneas en Huelva. Todas se ubican en la Faja Pirítica Ibérica, un distrito minero de más de 250 kilómetros con actividad desde la Edad del Cobre, hace 4.500 años. Aguas Teñidas es un yacimiento subterráneo de sulfuros masivos, rico en cobre.
Al llegar al río Olivargas, me encuentro con una espuma verde acumulada entre las rocas. Desde hace un tiempo, las comunidades de regantes del Andévalo Minero están en alerta por los vertidos contaminantes que han provenido de la mina, lo que pone en peligro la calidad del agua de la Rivera de Olivargas, que desemboca en el embalse del mismo nombre. Análisis realizados en 2019 mostraron que los niveles de metales pesados en los ríos cercanos superaban los límites permitidos.
Desde 2018, se han producido dos vertidos significativos que han generado gran preocupación entre los agricultores locales. SandfireMATSA ha logrado contener los efectos de estos derrames. El 20 de enero de 2018, más de quinientos metros cúbicos de estériles contaminantes envenenaron dos kilómetros de cauce.
Desde la época romana, esta área ha sido explotada por su riqueza en minerales como cobre, zinc y plomo. En el siglo XIX, la explotación minera se intensificó con la llegada de empresas británicas, lo que dio lugar a la expansión de las infraestructuras mineras.
La Poderosa se halla en la Faja Pirítica. De este yacimiento se extrajeron minerales, sobre todo plata durante la época romana. Sin embargo, su esplendor se apagó y, aunque hubo intentos de volverla a abrir. En 1924, debido a la caída de los precios del cobre, La Poderosa cerró.
Llego al poblado minero abandonado. La contradicción de su nombre con su actual realidad se convierte en una buena forma de despedir el proyecto.