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Mientras caminaba por la orilla del río Guadiamar, cerca de El Cordel de los Carboneros, me llamó la atención las balsas turquesas en el agua. Las intensas lluvias han provocado filtraciones en los antiguos vertederos mineros abandonados en Aznalcóllar, lo que ha contaminado el río Agrio. En esa zona se ha producido una gran mortandad de peces. Esta fuga ácida habría alcanzado ya el Guadiamar. El vertido podría incluso llegar a Doñana y, desde allí, asolar el estuario del Guadalquivir. El color turquesa de la corriente apuntaría a la presencia de sulfato de cobre.