Desde principios de este siglo me interesa la Literatura Electrónica, sobre todo lo que respecta a la generación de textos. Uno de mis primeros proyectos fue Mimeografías (2010), en el que intentaba provocar que la máquina se vuelva creativa antes de la llegada de la IA artística.
Aquí tenéis la referencia en el blog de Literatura Electrónica de la Universidad de Alicante:
“El proyecto cultural La Bodega, creado y dirigido por Antonio Palacios, ha realizado Mimeografías, una iniciativa de escritura automática colectiva. Según el autor:
"El modo de empleo de la mimeografía es sencillo. Se toma un escrito cualquiera y se convierte en un archivo sonoro. Existen varios programas, nacidos como lectores maquinales para los ciegos, capaces de este milagro secreto. Una vez obtenido el sonido de las palabras escritas se vuelven a transcribir utilizando otro programa: el que convierte el sonido en palabras escritas. La inmensa dificultad de descifrar lo que decimos, el sonido del lenguaje, induce a un error continuo a la máquina, que no para de escribir una feliz algarabía. La única labor del hombre es la de corrector y editor; la máquina es la autora de los hallazgos escondidos en el enredo.”
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